jueves, 13 de octubre de 2016

La desidia del soldado con dedos de ambrosía o la leyenda del gusano con los huesos quebrados.

Hay una estirpe mojada, de hiel y ponzoña, lejos del mar y cerca del polvo. Hijos bastardos de noches con sol y días de luna. El cuervo añil de las patas de octogenario. La caricia que me corta. El huevo o la gallina. Dos grises y un púrpura. La puerta entreabierta. Una cicatriz de caramelo. Bastante tiempo ha pasado ya desde que el oso entrego su piel, hecha de plumas sin caldo de tierra, de otro tiempo, en el medio de una estación fría de sol con cenizas de nieve. Deberíais aprender a volar con branquias, el ayer ha cambiado para volverse anteayer, en dónde tú eras quizás y el nunca era cualquiera. Una sombra hecha de besos. No hay peor final que no tener final, dijo la muerte. Cuando los pomos de tu puerta sean de gelatina, tú estarás hecho de azufre y metal. Mi piel es cuero muerto que sonríe y recapacita. Figuras blancas con olor aséptico y vomitivo, entrañas de látex, pulmones digitales, el espejo oscuro. Reflejándonos en materia inerte que te grita lo que no eres, escupiéndote guijarros en forma de manillas de un reloj. Aunque lo creas, tampoco será. No transitar, vagabundear con el estómago lleno de odio de amor. Una fiebre fría. El azul del bar. Una casa en una botella. Sangre de néctar y textil barato. La musaraña. Mis indios disparan flechas con revólver. Hay un bastón para los atletas que corren hacia atrás. Dedos hechos de incienso y hachís. saltar hacia bajo es siempre una opción. Volver a devolver. El dragón rojo ya no es ni dragón, ni rojo, es una princesa. Oculta el rostro dentro del juguete que te regaló tu madre. Sinfonías de túmulos y creamatorios con confeti. Gritar en un volcán de café sin sal. la vida no sigue, persigue. Perros sin pelo. Cáncer de grasa. Bésame sin lengua, sin boca.

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